"Trascalar", para los roteños, atravesar una casa vecinal colectiva que comunica dos calles.
Arquitectura tradicional. No determinado.
Recabando en la poca información existente sobre el origen de las casas que "trascalan” en nuestra localidad, podemos decir que éstas comenzaron a construirse sobre el borde de los caminos y veredas próximos a los extramuros de la Villa como una construcción tradicional y espontánea sobre las parcelas agrícolas que formaban parte de los arrabales.
Las viviendas, adosadas unas sobre otras, crearon poco a poco calles sinuosas y zigzagueantes de acuerdo al trazado original de los propios caminos y vereda, las cuales me recuerdan siembre las medinas de Fez en Marruecos. Estas parcelas de forma rectangularmente alargadas, con un frente de seis a diez metros como máximo, se encontraban encuadradas entre dos caminos o veredas, lo que dio lugar a que estas edificaciones fueran surcadas en su centro por un pasillo o corredor que servía para dar luz, ventilación y comunicación a las diferentes dependencias de sus habitantes que en general se resumía en una habitación llamada sala, donde se desarrollaba la vida familiar, como comedor y lugar de estar, e incluso dormitorio si se requería, y la segunda llamada alcoba, donde se hallaba el dormitorio.
Las cocinas, lavaderos, con sus correspondientes lebrillos de barro, cuadras, pajares, escaleras, pequeños patios y recovecos, eran comunes, por lo que la convivencia entre los vecinos era fluida y obligada. El recorrido de dichas galerías, espacios abiertos y cubiertos, como aquellos puentes sobre los que se ubicaban también viviendas situadas en un plano superior, albergaban, pendiendo de las vigas de madera de castaño, colgados sobre alcayatas gitanas, racimos de uva, melones de inviernos, ristras de ajos y cebollas, tomates de cuelga, etc. que se utilizaba de avituallamiento durante la larga época invernal, cuando el campo adormecía a la espera del despertar de una próxima y vívida primavera.
Al mismo tiempo, a manera de escolta, que nos acompañaba a lo largo del recorrido, montaban guardia innumerables tiestos y masetas con flores, donde prevalecían el geranio, la “dama de noche” y los jazmines, creando una inolvidable mezcolanza de aromas a las que se les sumaban los efluvios aromáticos procedentes de los cacharros a plena ebullición, sobre anafes de barro, o “estreves” con leña, desde los que preparaban las vecinas, las berzas, potajes, menudos y alguna que otra gallina cocinada con almendras y vino de recetas arabescas, cuya odorífera fragancia culinaria, te hacía navegar en una atmósfera de ensueños y misterios ancestrales.
La servidumbre de los pasillos y corredores, se convirtieron en “derecho de paso” sin llegar a ser una calle pública, tanto para los habitantes de estas casas, como de todo ciudadano que tenía que atravesar de una calle a otra como vías secundarias y como alternativa a aquellas calles que no existían, creándose por tanto como una necesidad de nexo entre las calles que delimitaban dichas viviendas, a falta de vías públicas.
No podemos decir que estas casas fueran edificaciones características exclusivas y únicas de nuestra Villa, pero si diremos que son muy particular en nuestra población, aunque eso si, cada vez quedan menos al ser derruidas por la piqueta, que en su demolición va borrando en pocas horas, la historia escrita, esculpida en cada mano de cal de esos corredores a lo largo del tiempo, donde el espíritu de la memoria de nuestra Villa pervive sostenida en las estanterías de los desconchones y caliche, y que el ayuntamiento insensible a esta inestimable e irreparable pérdida, es incapaz de mantener algunas en pie, como testimonio patrimonial de una cultura, de una manera de vivir de otros tiempos, como el plató en el que se rodó gran parte de la historia de este pueblo.
No es la primera vez que hemos sugerido al Consistorio, que dedique algunas de estas casas tan particulares, como sedes, estudios, talleres y albergue para artistas y artesanos, manteniendo su trazado y peculiaridades de las mismas, como los lavaderos, cocinas, cuadras, pajares, escaleras, etc. convirtiéndose al mismo tiempo, en museos étnicos, como son las casa-patios cordobesas…
De la treintena de “Casas que Trascalan” que han existido en nuestro pueblo, tal vez las dos mas populares han sido: la ”Casa Angelita”, que une la calle “Argüelles” y calle “Progreso”, la cual ha sido derribada parcialmente para construir modernos apartamentos, y la “Casa Perera”, nexos de unión entre la calle “Blas Infante” y “Mina Chica”, la cual fue adquirida hace años por el industrial don Antonio Marcos que la transformó en un bonito Aparta-hotel “Los patios”, teniendo el detalle el industrial, y la sensibilidad de conservar el antiguo trazado de corredores y recovecos, y que cada pequeño patio lo haya bautizado con el nombre de la persona más popular que vivió en cada espacio, incluida su propia madre, quién vivió con su familia en la mencionada Casa durante toda su vida, y a la que se le conocía, y así consta en el azulejo de su particular patio, como Carlota”la Bailla”.
En la época de la dictadura de Franco, cuando el carnaval, o sea, cuando disfrazarse estaba prohibido, eran utilizadas estas casas para despistar a los Municipales que corrían tras las “máscaras”. De la misma manera hay otras muchas anécdotas vividas en cada “casa que trascala”, como es el caso que se dio más de una vez en aquella época cuando la afluencia de norteamericanos era masiva en nuestra localidad, y asimismo el número de Night Clubes, donde algunas de las chicas de alterne, tras cerrar sus respectivos negocios, se concentraban en el Bar Eugenio, sito en la calle Higuereta, el cual tenía permiso de apertura cada día por un total de “23 horas”.
Pues bien, se daba el caso que por ser el único local abierto toda la noche, en él se concentraba un ingente de las mencionadas chicas de alterne procedente de los múltiples bares, camareros, bármanes, y por supuesto “giris” destinados en la base y otros que venía de paso en los barcos militares, los cuales algunas de las chicas los engatusaban para que le pagaran la compra de la semana que realizaban en un establecimiento abierto a esas hora y situado enfrente del aludido bar, con la promesa de pasar la noche juntos en casa de la chica, pero como quiera que estos muchachos marineros norteamericanos tenían permiso sólo de 24 horas antes de partir su barco, la chica, tras la adquisición de las viandas, se lo llevaba hipotéticamente a “su casa”, la cual se encontraba en alguna de esas casas que trascalaban y que tras decirle al ”giri” que .-“esperara un momento que iba a dejar la compra”, ésta desaparecía por la otra salida de la casa”, desapareciendo por la calle contigua, mientras que el pobre marinero quedaba esperando largas hora a una mujer “desaparecida en combate”.
Esto en ocasiones provocó serios alborotos, puesto que algunos de los marineros engañados se cabreaban y comenzaban a llamar a todas las puertas, subían por las escaleras y correteaban las azoteas perseguidos por los propios vecinos, o bien por la Policía Militar USA y Serenos Municipales, que en aquellos tiempos hacía patrulla juntos. Hubo ocasiones donde marineros embriagados hallaron la muerte al caer al vacío ante la persecución, y la oscuridad de la noche.
Las “casas que trascalan” forma parte del patrimonio cultural e histórico de nuestra Villa de Rota y como tal debiera ser tenida en cuenta, como testimonio latente que es, de nuestro pasado donde han brotado parte de nuestra raíces roteñas.
Documental: La "Casa Que Trascala" (2010)
Visitas turísticas guiadas
La Delegación de Promoción Turística del Ayuntamiento de Rota ofrece en determinadas ocasiones guías turísticas a través de diversas casas que "trascalan", situadas en el centro histórico de nuestra localidad. Para más información, contacte con la Oficina de Turismo de Rota.
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Texto: Prudente Arjona
Fotografías e imágenes:
© [1] JM. Bolaños - [2-7] Ilmo. Ayto. de Rota
Vídeos: [1] CQT (Javier Sánchez Navas, Juan Antonio Ruiz Bernal y Manuel Caballero Ruiz-Mateos)
