Interesante artículo de investigación que relata un litigio por herencia del siglo XVIII, cuya protagonista es la roteña Francisca de Lora, maltratada y abandonada por su marido, quedando en la más absoluta miseria .


Durante el siglo XVIII el matrimonio se establece como punto de referencia a la hora de considerar las funciones de cada sexo dentro de la familia. Y, concretamente, en el caso de la mujer, esta unión venía marcada por su posición social y familiar respecto del varón: mujer, viuda, madre o hija son los términos que las definían según su estado.

La realidad cotidiana era que la autoridad del varón sobre la mujer jugaba un papel decisivo en el control económico que éste ejercía sobre los bienes propios y gananciales.

Referido a esto, os traigo hoy un documento muy interesante, un litigio por herencia, inserto en el Protocolo Notarial de Rota, 1784, consultado en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz y que tiene que ver con lo expuesto anteriormente.

La historia está protagonizada por la roteña Francisca de Lora, maltratada y abandonada por su marido, Diego Manzareno, quedando en la más absoluta miseria, no teniendo otra salida que ser acogida y mantenida por sus padres hasta el fallecimiento de estos:

"Doña Francisca de Lora, vecina de esta villa y mujer legítima de Diego Manzanero […] paresco ante usted y digo que después de haber pasado muchos quebrantos en el tiempo que estuve en compañía de mi referido marido motivados de los malos tratamientos que me hacía con palabras y obras, como es notorio en todo el pueblo; no pareciéndole bastantes y queriendo que experimentase mayores desastres, se ausentó de mi compañía muchos años hace, dejándome abandonada”

"[…]cuyos motivos movieron a mis padres el recogerme en sus casas y mantenerme como por caridad han estado ejecutando hasta que Dios Nuestro Señor fue servido llamar para sí a mi padre hace tiempo de 11 meses y a mi madre que murió en esta propia vecindad.”

"Los difuntos dejaron a su hija una pequeña herencia que nuestra vecina no podía reclamar al ser mujer casada y no disponer de la licencia marital de su marido para poder recuperar ese dinero. Igualmente, al estar desaparecido Diego, ella tampoco podía pedirle su autorización, por lo que Francisca pide a la autoridad judicial le sea concedida la mencionada licencia:

"Siendo lo más sensible el que como mujer casada no puedo personarme en juicio para recuperar las cantidades o intereses que los difuntos me han dejado por su fallecimiento sin que preceda la licencia marital que es necesaria y que de modo alguno podré facilitarla ya porque no espero de próximo ni sé cuándo su venida” (la de su marido)

"A usted pido y suplico me admita información que ofrezco al tenor de este pedimiento y dada en la parte que baste, se sirva concederme su correspondiente licencia en la firma ordinaria para el fin expuesto”

Desgraciadamente, no he podido localizar la resolución judicial y si Francisca pudo o no cobrar su herencia aunque, lo que sí es cierto, es que la normativa social que pesaba sobre la mujer del XVIII la abocaba a una situación más que subordinada y pasiva.


Artículo aportado por cortesía de Joaquín Arévalo Alonso. Imagenes aportadas por el autor.